El presente siglo XXI conocido como “la era digital” ha comenzado con un crecimiento exponencial en la cantidad de datos disponibles, los que son perennemente generados y que necesitan contar con espacio donde poder procesarlos y almacenarlos.
Por las características de los datos generados (digitales, intangibles) se necesitan contar con infraestructuras físicas que puedan funcionar las 24 horas los 365 días de año, sin interrupciones, que puedan almacenar “toda” la información generada cada segundo y poder ofrecerla, proceso que conlleva a un gran consumo de energía.
Esta demanda llevó al surgimiento y proliferación de los centros de datos, los que se han constituido en la columna vertebral de la infraestructura tecnológica actual.
No obstante, este desarrollo viene acompañado de un costo ambiental significativo, ya que estos centros de datos consumen grandes cantidades de energía, lo que impacta negativamente en el medio ambiente.
La sostenibilidad ha emergido como una prioridad crítica en todos los procesos y es aquí en donde entran en juego los centros de datos verdes, una respuesta innovadora tecnológicamente a este problema.
¿Qué es un centro de datos verde?
En la literatura especializada en este tema, se define comocentro de datos verde a cualquier instalación de almacenamiento y procesamiento de datos que opera con un enfoque en la sostenibilidad. Su objetivo es minimizar el impacto medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la construcción hasta el desmantelamiento.
Estos centros se caracterizan por:
Uso de energía renovable: emplean fuentes de energía solar, eólica o hidroeléctrica para su funcionamiento, reduciendo así la dependencia de combustibles fósiles.
Alta eficiencia energética: implementan tecnologías y prácticas de alta eficiencia que consumen poca energía, optimizando su uso. Entre estos sistemas se encuentran sistemas de refrigeración eficientes (enfriamiento gratuito o free cooling), servidores de bajo consumo, y la consolidación de cargas de trabajo, según el consumo. Aplican métricas como el Power Usage Effectiveness (PUE) para medir y reportar la eficiencia energética.
Diseño estructural sostenible: la infraestructura del centro de datos se diseña desde cero para ser ambientalmente amigable, empleando materiales de bajas emisiones, arquitectura que minimiza el uso de recursos y optimiza el flujo de aire, regulación de temperatura y la luz natural.
Gestión de residuos: aplican conscientemente políticas de reciclaje, economía circular y reutilización de hardware para reducir la generación de residuos electrónicos. La vida útil de los equipos se extiende mediante la aplicación de upgrades o reparaciones en lugar de reemplazos.
Innovación tecnológica: promueve la innovación, adaptación e introducción de tecnologías avanzadas que elevan la eficiencia y reducen el consumo energético. Un ejemplo lo constituye la virtualización, que permite ejecutar múltiples sistemas operativos en un solo servidor físico, reduciendo así el número de servidores necesarios.
Beneficios económicos y sociales
La transformación tecnológica hacia centros de datos verdes más que tendencia, es una necesidad impostergable de las industrias tecnológicas que buscan crecer de manera responsable. Esta transformación no solo aporta reputación a la entidad, sino que tiene además beneficios económicas y sociales, entre los que se encuentran:
Ahorro de costos: la inversión inicial conlleva gastos superiores a los centros de datos tradicionales, no obstante, luego de concluida se puede observar cómo los costos operativos son inferiores, debido entre otros factores a una mayor eficiencia energética.
Reputación corporativa: las empresas que adoptan prácticas verdes mejoran su imagen pública, reciben beneficios impositivos y ventajas competitivas que les ayuda a atraer talentos, a la vez que aumenta la lealtad de los clientes los que cada vez se preocupan más por el medio ambiente.
Cumplimiento regulatorio: con la aprobación cada vez más frecuente de nuevas regulaciones medioambientales, las que cada vez son más estrictas, tener un centro de datos verde le permite cumplir con estas normas de manera proactiva.
Innovación y eficiencia: la búsqueda de soluciones verdes fomenta la innovación, llevando a mejoras en la tecnología de centros de datos.
Menor impacto ambiental: con el cambio climático como una preocupación global, estos centros emiten menos CO2 y no emplean gases que contribuyen a potenciar el efecto invernadero.
Estrategia para transformar un centro de datos en uno verde
Transformar un centro de datos en uno verde conlleva un arduo trabajo de análisis estructural, económico y financiero. Se recomienda seguir la siguiente estrategia para lograr la completa transformación:
Cambio de matriz energética hacia energías renovables: implica la instalación de paneles solares en la propiedad hasta acuerdos de compra de energía verde con proveedores externos (hidráulica, eólica, geotérmica).
Optimización del consumo energético: instalación y uso de software para monitorear y optimizar el uso de la energía. Esto puede conllevar, por ejemplo, la colocación estratégica de servidores para que pueda usar el enfriamiento natural y el reciclado del aire caliente que expulsa para calentar áreas (oficinas, almacenes, etc.)
Instalar tecnologías de última generación: invertir en la adquisición de hardware modernos, con certificación de bajo consumo de energía. Implementar sistemas de almacenamiento más eficientes que los discos duros tradicionales. Implementar software de monitorización y optimización de la carga de trabajo de los servidores.
Implementar políticas medioambientales: diseñar e implementar sistemas de gestión de residuos (papel, cartón, plásticos y electrónicos) y promover su reciclaje u otros usos hasta alcanzar lo que se ha denominado como Economía Circular. En estos tipos de centros instrumentar políticas de reutilización de hardware (upgrades o reparaciones) es primordial.
Evaluación continua: implementar sistemas de monitoreo para evaluar el cumplimiento de las políticas verdes y el consumo energético lo que permita identificar desviaciones y solución en tiempo real. Esto incluye el uso de software de análisis de datos lo que contribuya a mejorar la eficiencia de las operaciones continuamente.
Certificaciones y estándares
Para evaluar, validar y certificar los esfuerzos de sostenibilidad y el cumplimiento de las políticas medioambientales se han elaborado diversas certificaciones. Aunque este punto depende de la legislación específica de cada país, a nivel mundial se emplean como referencias las siguientes:
LEED (Leadership in Energy and Environmental Design). Evalúa el diseño, construcción, operación y mantenimiento de edificios verdes. Este estándar analiza además aspectos como la eficiencia energética, el uso de materiales sostenibles, la calidad del aire interior y la gestión del agua. Un centro de datos certificado LEED no solo es más sostenible, sino que también puede atraer a empresas que valoran la responsabilidad ambiental
ISO 50001. Un estándar internacional para la gestión de la energía, que ayuda a las organizaciones a reducir su consumo energético.
Certificación Energy Star. Reconoce productos y prácticas que promueven la eficiencia energética. Esta certificación en el caso de los centros de datos, reconoce aquellos que cumplen con estándares de eficiencia energética
El cumplimiento de estas certificaciones no sólo valida el compromiso con la sostenibilidad, sino que también son una herramienta de marketing y diferenciación en el mercado.
Conclusiones
La transición hacia centros de datos verdes es más que una tendencia; es una necesidad para una industria que busca crecer de manera responsable y sostenible. La implementación de estas prácticas no solo beneficia al planeta, sino que también ofrece ventajas económicas y sociales.
Los costos iniciales altos, la implementación de normativas ambientales y el acceso a tecnologías verdes, más que desafíos, deben aceptarse como oportunidades de desarrollo.
La transformación hacia políticas verdes no debe verse solo como un desafío, sino una oportunidad para innovar, reducir costos y construir una reputación de responsabilidad corporativa con el medio ambiente.
Estos resultados son alcanzables, pero requieren una adecuada planificación a largo plazo, el acceso a incentivos o subvenciones y el trabajo colaborativo con empresas, instituciones académicas y organizaciones ambientales con experiencia en la adopción de prácticas sostenibles.
El futuro de la tecnología y de nuestro medio ambiente depende de las decisiones que tomemos hoy.